Manillas, manecillas, tiradores, pomos, son elementos de una puerta o de un mueble que además de permitirnos abrirlo, tienen un potencial estético impresionante. Tanto es así, que cuando los cambiamos, cambia la imagen del objeto.
En el siglo XVI, en el periodo barroco, se desarrolla el mueble castellano. Un mueble de madera maciza, fabricado con materiales nobles como el roble o el nogal, repleto de ornamentos y detalles tallados en relieve.
Para hacer estos muebles operativos se necesitan utilizar herrajes que no solo sean duraderos, sino que estén a la altura de la estética del producto. Para este fin se emplean manillas y bisagras fabricadas en bronce que daban una apariencia de oro viejo, una vez colocadas en el mueble. Se crea así una industria manufacturera auxiliar que crece alrededor del gremio de carpinteros.
Las manillas de bronce fueron apreciadas en aquella época. Tanto es así, que los comerciantes portugueses de esclavos las utilizaban como moneda de cambio para comprar hombres en la costa occidental africana. Los negreros, como así se les llamaba, entregaban a los caciques locales tiradores redondos de bronce a cambio de hombres que ellos habían apresado en sus guerras e incursiones por el interior del continente.
Estas manillas eran utilizadas por la población local como pendientes o pulseras que indicaban un alto estatus social.
La variedad de estos complementos hoy en día es amplísima si la comparamos con aquella época. Algo que podemos comprobar visitando tiendas online como la que tiene Mani-Grip, una empresa alicantina con más de 30 años de experiencia en la fabricación de manivelas, pomos y tiradores, donde en su amplio catálogo puedes encontrar verdaderas obras de arte. Como llamadores de latón labrado, que proporcionan a cualquier puerta exterior de madera un aire señorial.
Los herrajes y fornituras en la industria de la madera.
La madera es un material natural que nos ha permitido a los hombres fabricar útiles, con lo que hacernos la vida más cómoda y segura. El ser humano ha desarrollado una capacidad impresionante en el tratamiento de esta materia prima. Pero con la madera tan solo alcanzamos a fabricar listones, soportes y tablas. Necesitamos de un complemento metálico para hacerlos útiles.
Con madera podemos fabricar puertas que nos proporcionen intimidad. Pero necesitamos bisagras abatibles para fijarlas a un punto y poder abrirlas. También necesitamos de un tirador que nos ayude a abrir la puerta.
Jugando con las tablas creamos muebles que nos ofrecen un espacio de almacenaje. Pero debemos reforzar las uniones con herrajes.
Estos herrajes y fornituras, además de ser prácticos, tienen un efecto estético que transforma la apariencia del mueble o puerta que lo lleva, potenciando su belleza. Podemos hacer la prueba nosotros mismos. Basta con que cambiemos la manivela niquelada de una puerta de interior por otra dorada para comprobar que se ven distintas.
Lo mejor de todo es que estos componentes podemos cambiarlos nosotros, sin recurrir a nadie. Basta con que tengamos un destornillador a mano.
Los tiradores en la historia.
Existen tiradores y pomos desde la antigüedad. 4.000 años antes de Cristo. Las primeras llaves en las puertas ya se utilizaban en Babilonia y en el antiguo Egipto. En aquella época se hacía un orificio en la puerta, donde se introducía una rudimentaria llave de gorja de metal, que hacía mover una tabla de madera que actuaba como cerrojo. Alojándose dentro de un cajetín clavado a la pared.
Para abrir o cerrar esa puerta se hacía otro orificio del que salía una cuerda o una tira de piel que quedaba anudada a una barra en la parte interior.
En la edad media el desarrollo de los tiradores fue bastante limitado. Solo al alcance de la nobleza y la realeza. Mientras en los palacios se podían ver pomos de cristal o de hierro, hechos a mano por un artesano, las casas de los siervos seguían utilizando los tiradores de cuerda de antaño.
Es la revolución industrial inglesa la que populariza el uso de pomos en la mayoría de las puertas. La industria permite fabricar estos elementos en masa, abaratando su precio y haciéndolos accesibles para la población.
Un inventor afroamericano, llamado Osbourn Dorsey, crea el pomo moderno, tal y como lo conocemos en la actualidad, en 1848. Se trataba de un mecanismo que se podía embutir dentro de la madera y que, con giro de muñeca, podía dejar cerrada una puerta por medio de un pestillo. Con esta innovación, el tirador dejaba de ser una ayuda para abrir la puerta, para transformarse en un elemento de seguridad.
El invento de Dorsey ya disponía de engranajes que conseguían que el pestillo regresara a su posición original, aunque lo desplazáramos con el pomo o la manivela y permitía integrarse en la cerradura, para hacerlo compatible con una llave.
Las manillas para muebles.
Las manillas para muebles son puntos de apoyo que nos ayudan a abrir un cajón o una puerta. Se corresponden con el primer modelo de tiradores de la historia, antes de que Dorsey inventara el pomo moderno.
Son elementos ergonómicos. O bien un asa donde podemos enganchar los dedos, o con una forma que se adapta a la morfología de la mano. La revista El Mueble resalta su versatilidad decorativa.
Y es que en la actualidad disponemos de una gran cantidad de opciones estéticas, que pueden cambiar notablemente la imagen del mueble. Son populares esos tiradores vintage. Con forma de bola o semiesfera, fabricados en latón, de color oro viejo, que aportan un punto de distinción en las cajoneras donde los colocamos.
Unos tiradores que quedan bastante bien en los muebles de la cocina, son esos con forma de concha invertida, que nos permiten meter los dedos de la mano en la cavidad, abriendo puertas y cajones con poco esfuerzo.
El surrealismo ha llegado al diseño de los tiradores de los muebles. Así, por ejemplo, podemos colocar unas asas con forma de asta de ciervo o de sarmiento de vid en las puertas del armario de nuestro dormitorio, evocando, tal vez, las pinturas de Dalí o de Remedios Varo.
Con un enfoque más alternativo, las asas de las cajoneras de un escritorio o de la mesita de noche de un dormitorio juvenil podemos sustituirlas por cordones de piel enganchados a la madera con tornillos.
Las opciones son de lo más variado y diverso.
Las manivelas para las puertas.
La Revista A D nos dice que es hora de que empecemos a fijarnos en las manillas de las puertas. Son un elemento de decoración e interiorismo al que debemos prestar atención, ya que pueden realzar la belleza de una estancia o convertirse en un punto discordante.
La manilla de una puerta es uno de los elementos que más veces vas a tocar a lo largo del día. Y no solo eso: conecta visualmente todos los espacios de la casa y deja una primera impresión tanto estética como funcional.
La firma Olivari lo resume en una frase inspiradora:
“La manilla es el hilo conductor que está presente en todos los espacios, y uno de los objetos que el usuario va a ver más de cerca y a tocar más veces cada día”.
Con esto en mente, merece la pena dedicar un momento a elegir la manilla más adecuada. Estas son las 6 claves que nos propone la Revista A.D. para encontrar la manilla ideal para tus puertas:
- ¿Placa decorativa o roseta?
Antes de centrarte en el diseño, lo primero es decidir el tipo de base usamos. Existen dos opciones principales:
- Placa decorativa: suelen tener un aire más clásico y tradicional. Llevan una pieza rectangular o alargada sobre la que se coloca la manivela.
- Con roseta: mucho más moderna y minimalista. Solo se ve el círculo de sujeción y la palanca.
- Apuesta por materiales duraderos.
El material de fabricación importa. Si quieres que la manilla te dure años, la mejor opción es el latón macizo. Ya que crea una superficie resistente al desgaste y al uso continuado.
- Revisa el mecanismo interior
Una buena manilla debe tener un mecanismo suave, firme y preciso.
“Es muy importante optar por un mecanismo y un muelle que garanticen un funcionamiento preciso y suave, y que se mantengan siempre perfectamente horizontales”. – Dicen los expertos de la marca Olivari.
- Las tendencias que están marcando estilo
Al igual que ocurre con la grifería, las manillas también siguen sus propias modas. Ahora mismo triunfan los acabados mates y oscuros, como el cobre, el bronce y la antracita. Y en cuanto a formas se imponen los diseños minimalistas y ergonómicos.
- No olvides el lado poético
Más allá de lo práctico y decorativo, la manilla tiene un sentido simbólico. Un pequeño gesto cotidiano como abrir una puerta es, en el fondo, una conexión directa con el espacio:
“Tocamos la arquitectura cuando cogemos la manilla con la mano. Este gesto nos abre las puertas a sus diferentes espacios”, afirman desde Olivari.
Elegir una manilla adecuada es, también, una manera de darle valor al detalle. De cuidar el conjunto a través de lo pequeño y cotidiano.




