Llega el verano, el buen tiempo, y empezamos a dejar en el armario las zapatillas cerradas, los zapatos de piel y las botas para empezar a ponernos un calzado más fresco: sandalias, alpargatas, chanclas, etc. El problema es que sin en invierno ya tendemos a comprar un calzado inadecuado, tanto por las suelas como por los materiales de los que está confeccionado, en verano este tema ya roza lo inadmisible.
Aparentemente, las sandalias “de dedo”, esas que llevamos a la playa tipo chancla y que usaremos gran parte del verano, todo lo que tienen son ventajas: son frescas, cómodas y prácticas ¿verdad? Pues no es oro todo lo que reluce. Este tipo de sandalia tan usada y generalizada por la población en general, es una sandalia plana, no amortiguan el impacto contra el suelo y no sujetan casi nada, o nada, nuestro pie. ¿Consecuencias de todo esto? Muchísimas, desde esguinces hasta inflamación, cansancio y dolor en talones, rodillas, espalda, caderas y planta del pie.
Con los pies de los niños, además, debemos llevar especial cuidado porque aún están creciendo y formándose por lo que un mal calzado puede dañar notoriamente la ergonomía de su pie y crearle lesiones permanentes. Este tipo de sandalias de niña para diario y estas cangrejeras para la playa, son los modelos que deberíamos buscar en tiendas especializadas. ¿Por qué? Pues básicamente porque sujetan el pie, porque tienen suela flexible y porque no son totalmente planas.
Claves para elegir calzado en verano
- Olvida el calzado cerrado. El pie necesita transpirar así que por muy cómodo o cómoda que vayas con las deportivas de invierno lo más aconsejable es que las guardes en el armario y optes por un calzado abierto y transpirable.
- Busca una suela resistente con al menos 2 o 3 centímetros de suela, flexible y de un material que amortigüe la pisada.
- Compra calzado con sujeción en el talón y en el antepie.
¿Qué debemos evitar?
- Evita el uso de chanclas de manera continuada. No pasa nada si usas unas chanclas para ir del coche a tu toalla en la arena de la playa pero no usas este calzado para pasear. Úsalas también en piscinas y vestuarios para evitar el contagio de hongos y otras patologías.
- Evita la sandalia plana con suela fina y rígida.
- Si vas a hacer grandes caminatas opta por deportivas transpirables con buena sujeción.
No obstante, y además de seguir estos consejos para comprar nuestro calzado veraniego, debemos tener en cuenta que cuidar de nuestros pies es algo que debemos hacer todo el año, especialmente en verano.
Es importante que hidrates tus pies cada día con cremas corporales o específicas y, en verano, opta por las cremas con protección solar para evitar quemaduras innecesarias. No camines descalzo por ningún área pública y, por raro que suene, no debes dejar de usar calcetines de forma brusca pues nuestro pie quedará expuesto a rozaduras y ampollas. Lo ideal es optar por calcetines finos de algodón si llevamos calzado cerrado y calzado sin costuras si optamos por las sandalias.
Corta tus uñas de manera recta para evitar que las puntas puedan astillarse o clavarse en tus dedos y, sobre todo, si tus pies tienen a hincharse en verano, camina, no seas pasivo y bebe muchísima agua para evitar la retención de líquidos.
Principales errores
Ahora que ya sabemos qué tipo de calzado debemos usar, vamos a ver cuáles son los principales errores que cometemos todos pensando que estamos eligiendo un buen calzado aunque no sea así.
- No elijas un calzado estrecho o con acabado en punta. Este tipo de calzado, muy de moda últimamente, apretuja los dedos de los pies y los deforma provocando juanetes y llagas. Además, quien usa calzado estrecho tiene mayor probabilidad de acabar con uñas encarnadas.
- No elijas un calzado diseñado para un tipo de pisada distinta a la tuya.
- No compres sandalias con la suela más larga que tu propio pie, esto hace que tu caminar sea más incómodo e inseguro.
- Tampoco compres calzado con la suela más corta que el largo de tu pie. Lo ideal es que quede un centímetro de espacio en el extremo de la suela, no más y no menos.
- No compres sandalias de una talla inferior a la tuya pensando que así tus pies quedarán más monos porque, si lo haces, acabarás deformando tus articulaciones y músculos.
Y, por supuesto, no compres calzado confeccionado con materiales sintéticos no transpirables.